Uno de los principales problemas de la educación escolar es que, a causa de la imperiosa necesidad de cumplir con un currículo cada vez más cerrado, oferta a los alumnos algo que ni han demandado ni tienen interés alguno por conocer.
Esta es la causa por la que gran parte del esfuerzo y de la energía de los docentes se pierde en conseguir motivar a los alumnos y en mostrarles que lo que van a aprender es de alguna utilidad para ellos. Lo que no deja de ser paradójico porque la curiosidad (el asombro del que hablaCatherineL’Ecuyer) es una de las características más definitorias de los niños y adolescentes y el verdadero motor del aprendizaje. ¿Cuál es entonces el problema? ¿Por qué no somos capaces de hacer que la escuela despierte la curiosidad de los alumnos?
La situación es aún más grave pues lo que se enseña se hace de manera uniforme e incuestionable. Esto provoca que la educación escolar se base en verbos como memorizar, obedecer, creer, repetir… cuando en realidad debería basarse en verbos como comprender, cuestionar, explorar, crear, elegir…
Pero en realidad cualquier docente sabe que la diversidad de maneras de aprender que hay en su aula es igual al número de alumnos que la forman. Hay tantas posibles maneras de aprender como alumnos hay en clase. Por eso, según Howard Gardner, las inteligencias múltiples pueden mejorar la comprensión del estudiante:
-Ofreciendo unas vías de acceso eficaces.
-Ofreciendo unas analogías adecuadas.
-Ofreciendo múltiples representaciones de las ideas esenciales.
Debemos desterrar definitivamente expresiones del lenguaje docente como: “es el/la más inteligente de clase”, “no es capaz de aprender nada”… ya que hay distintas formas de abordar el aprendizaje y, además, responden a una visión estática de la educación cuando, en realidad, la educación es un proceso dinámico en continuo movimiento.
El estado natural de la educación debería ser el movimiento. Al igual que pasa con nuestro planeta, La Tierra, la educación debería basarse en dos tipos de movimiento:
-De rotación: Relacionado con la metacognición, con la reflexión de la práctica educativa como tal. Es la revisión constante de las prácticas y los supuestos educativos, la reflexión sobre la tarea de enseñar y sus consecuencias.
-De traslación: Debería girar en torno a los cambios del mundo en que vivimos y las necesidades que tienen la sociedad y las personas. Se trata de moverse al ritmo de los cambios, de tener la capacidad de detectarlos rápidamente y adaptarse a ellos.
Sabemos que tenemos que cambiar la educación para que dé respuesta a las necesidades del mundo actual, tenemos los conocimientos sobre cómo hacerlo, podemos hacer una escuela del asombro que guste a los alumnos porque despierta su curiosidad… pero nos quedamos siempre en el plano teórico, en la dialéctica. Por eso, llevamos tanto tiempo dando vueltas sobre lo mismo que estamos todos mareados. Debemos dejar de girar para conseguir avanzar y producir cambios.
