Parecía que no llegarían nunca, que era un niño muy tranquilo y comedido en sus emociones. Pero llegan los dos años y llegan las rabietas. No tiene vuelta de hoja.
Como es inevitable que surjan las dudas. No quiere montarse en la silleta y no vamos a llegar en todo el día, pero le dejo andar. ¿estoy cediendo a sus caprichos o respetando sus ritmos? ¿Le dejo llorar? ¿Le riño? ¿Le consuelo? ¿Le cambio de tema para distraerle con otra cosa?¿Realmente consigo algo con esto? Desde luego, a superar las frustraciones no. ¿Y qué es lo que pretendo realmente cuando me mantengo firme en la rabieta, enseñarle o demostrarle a él y a mí misma quién manda?.

Por eso os recomiendo leer la revista de octubre de Edukame (SOS Tiene rabietas). Contiene muchos consejos muy útiles y algunas cosas que me han hecho reflexionar. He entresacado las que me han…
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