
La escuela debe ser el lugar ideal para que nuestros(as) hijos(as) aprendan. Ésta debe proveer un espacio seguro y apropiado para socializar, aprender a convivir y ensayar las conductas que los(as) convertirán en adultos. Cuando enviamos a nuestros(as) hijos(as) a la escuela, lo menos que pensamos es que van a ser acosados(as) o abusados(as) por otros(as) niños(as). Pero, la realidad es que en las escuelas de nuestro país, así como en otras alrededor del mundo, ocurren actos de acoso de estudiantes a estudiantes. Nuestros(as) hijos(as) pueden ser partícipes de esta crueldad de una forma u otra. Como padres y madres responsables, debemos informarnos sobre esta problemática, pues sus consecuencias pueden llegar a ser fatales.
Este tipo de violencia se conoce como acoso escolar, hostigamiento, intimidación o bullying. Se refiere a una conducta de persecución física y/o psicológica que realiza el alumno o alumna contra otro u otra, al que elige como víctima de repetidos ataques. El término bullying en inglés, proviene de la palabra toro (bull) utilizada para resaltar la cualidad de fajar y embestir que tienen los(as) acosadores(as), agresores(as), bravucones(as), o abusadores(as) como también se les suele llamar.
Los actos de acoso escolar pueden incluir:
- intimidaciones verbales (insultos, sobrenombres, diseminar rumores o hablar mal de alguien)
- intimidaciones psicológicas (amenazas dirigidas a provocar miedo, obtener objeto, dinero o para obligar al(a la) otro(a) a hacer cosas en contra de su voluntad)
- agresiones físicas (directas, como golpes y peleas, o indirectas, como robar o destrozar los materiales)
- aislamiento social (impedir participar, ignorar y no contar con la persona)
- acoso cibernético (a través de celulares o correos electrónicos)
- acciones y frases despectivas y discriminatorias (en base a la raza, religión, el color, la preferencia sexual u otras diferencias)
Estos actos los comete el(la) acosador(a), pues supone tener una fuerza superior sobre la víctima. En la mayoría de los casos, los(as) compañeros(as) de la víctima observan los hechos en una especie de apoyo a su conducta. Algunos(as) callan por múltiples razones o no apoyan con suficiente fuerza a la víctima para que termine su acoso. También, algunos adultos, maestros(as), padres y madres pueden ser testigos silenciosos de estos hechos.
Las víctimas de los(as) acosadores(as) padecen, en mayor grado que sus semejantes, de depresión, soledad, ansiedad, baja autoestima e incluso llegan a pensar en el suicidio, lo que dificulta su integración en el medio escolar y el desarrollo normal del aprendizaje. El abusador puede mostrar impulsividad, falta de empatía,dificultad para seguir estructura y actitudes positivas hacia la violencia. En muchos casos poseen armas para su propia defensa o para la intimidación.
Muchos padres y madres pueden perpetuar esta violencia contra sus propos hijos(as) expresando frases como las siguientes:
«Mis hijos(as) no son parte de esta conducta de ninguna forma».
«Hay que aprender a manejarse en la vida».
«El maltrato forja el carácter».
«Era solo una broma».
«Es cosa de niños se lo merece, algo habrá hecho».
«Es solo un caso aislado».
«Lo mejor es pasar la página, dejemos pasar el tiempo a ver si se mejora esta conducta».
«Eso no es nada, no tendrá ninguna consecuencia, peores cosas me pasaron a mí y estoy aquí».
Los(as) niños(as) o adolescentes que perciben estas actitudes de parte de los(as) adultos(as) que los(as) rodean pueden decidir mantener en secreto su sufrimiento, arriesgándose así a continuar con el abuso o hasta convertirse en abusadores.
Para evitar que sus hijos(as) se conviertan en víctimas:
- Genere un ambiente de confianza y comunicación desde edades tempranas.
- Dedíqueles tiempo de calidad y muestre interés en sus necesidades sociales y emocionales.
- Enséñelos(as) a hacer amistades, a hacer bromas que no suenen pesadas ni hirientes para otros, a manifestar su desacuerdo sin perder el control y a salir de un lugar cuando se torne demasiado pesado o tenso.
- Refuerce su autoestima.
- Evite la sobreprotección. Ayúdelo, pero permítales enfrentar el problema y resolverlo por sí mismo(a), de acuerdo a sus capacidades.
- Muéstrele, con su ejemplo y con sus palabras, cómo defenderse y exponer sus puntos de vista.
- Enséñele cómo y a quién pedir ayuda en caso de necesitarla.
- Oriéntele sobre esta conducta, explíquele que puede ocurrir en la escuela e indíquele que si a él(ella) le ocurriera, debe saber que puede contar con usted para escucharlo(a), comprenderlo(a) y ayudarlo(a).
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Gómez, Hilda R. «Conozca el acoso o abuso escolar» Alternativas para la familia. Volumen 6. Edición 1. 2008: 10-11.
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