Andrés López*
Hace unos días asistí a una ceremonia de entrega de medallas a los alumnos que finalizaban 5° año en el turno mañana del Colegio Nacional de Buenos Aires. Como bien lo saben todos los que han pasado por el sistema educativo, se trata de actos esencialmente sociales, en losque generalmente se dicen bellos discursos, los alumnos oscilan entre la alegría y la pena por el fin de un ciclo y los padres aplauden a los egresados, emocionados y un tanto melancólicos por el paso del tiempo pero aliviados de comprobar que sus niños no se han convertido en desertores escolares. Después todos se van, contentos, a tomar algo.
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