Foto: «Envidia / Envy: Eyes don’t lie» – Gabriel S. Delgado C. – https://www.flickr.com/photos/neogabox/
Se supone que nacimos para disfrutar de la vida. Para descubrir, conocer, aprender y para compartir con otros seres humanos el camino. Esto siempre suena bien, hasta cuando aparecen las limitaciones particulares que nos alejan y nos dejan atrapados en el laberinto de la soledad.
Mareada de dar vueltas buscando aparcamiento por Valencia, morían lentamente los minutos. Para no claudicar en el intento me distraía pensando en la próxima entrada para el blog. Tenía una buena idea que ahora no recuerdo, pues voló por los aires cuando por fin visualicé un lugar para estacionar. Puse rápidamente el intermitente con actitud triunfante. Sólo faltaba esperar unos 20 segundos a que el semáforo cambiara a verde y el coche que iba adelante avanzara un poco, para permitirme hacer la maniobra. Pero para mi sorpresa, no sólo no avanzó…
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