Cómo lograr que los niños manejen sus emociones y cambien su conducta sin recurrir a castigos


Evitar que los niños se sientan tristes por un castigo está en nuestras manosS

  • Si enseñamos a los niños a volver a la calma aprenderán a manejar mejor sus emociones, lo que evitará numerosos conflictos. Te damos algunas ideas para conseguirlo.

Los niños son pura energía y emoción, se muestran transparentes y carecen de hipocresía. Si observamos sus rostros al descubrir algo nuevo nos queda muy claro si les gusta o no ya queno controlan sus emociones y muchos de ellos son incapaces de canalizarlas de modo positivo.

Hay niños más impulsivos que cuando se ven invadidos por emociones negativas no saben qué hacer con ellas. Los pequeños pueden aprenden desde sus primeros años de vida técnicas de relajación. No se trata de que los niños pasen una hora sentados meditando, sino de que hagan ejercicios de unos pocos minutos que les ayuden a serenarse y a distraer la atención de esas emociones negativas.

El objetivo es conseguir que los niños aprendan a controlar sus conductas no deseadas sin necesidad de los castigos. Una técnica muy conocida y habitual es la silla de pensar. Se trata de que los niños estén durante un corto espacio de tiempo apartados del resto de  sus compañeros o de la familia, si están en casa, tras un mal comportamiento. Sin embargo este método cuenta cada vez con más detractores ya que consideran que, en definitiva, se trata de un castigo.

En su lugar, proponen no castigar y enseñar a los niños a relajarse y a expresar sus sentimientos, para lo que es imprescindible estar tranquilos:

 

– Observar y escuchar: Cuando surgen los conflictos y los malos comportamientos es interesante conocer cuáles son las razones que han llevado a los niños a realizarlos. En muchas ocasiones es desconocimiento, por lo que basta con hacer entender a los menores que no deben volver a repetir ese comportamiento. Por eso hay que escuchar atentamente a los niños, sólo de ese modo podremos comprender sus motivaciones.

– Flexibilidad y confianza: Mediante la escucha activa y el acompañamiento a los pequeños se crea un entorno de confianza para los pequeños, lo que logra que los niños se sientan cómodos y libres para tomar nuevas iniciativas y atreverse a experimentar. Así los niños se sienten menos presionados y se muestran más relajados, moderando la impulsividad y la conflictividad.

– El poder de la música: Cuando la tensión empieza a cundir entre los niños y se muestran más nerviosos, cuando hay un conflicto entre ellos y no atienden a razones o cuando el niño tiene una rabieta no es el momento de intentar explicarle nada. Lo principal es conseguir que vuelva la calma y para ello la música es un gran aliado. Elige música suave, clásica o con sonidos naturales y evocadores y deja que los niños la escuchen. La atención plena a la música los alejará de aquello que le ha llevado a los malos comportamientos y al tranquilizarse podrán hablar de qué ha sucedido y podrán escuchar y entender por qué no deben volver a repetirlo.

– Las nubes y el viento: Es una técnica en tres pasos para manejar las emociones. Primero, los niños se tumban en el suelo y observan las nubes tranquilamente, las cuentan, no dicen qué formas tienen y si se mueven o no empujadas por el viento. Si no se mueven los niños, mientras siguen tumbados, pueden soplar y soplar como si ellos fueran el viento. El siguiente paso es que los niños jueguen a ser nubes. Se ponen de pie y se reparten por el espacio de juego, mientras unos niños son el viento y soplan y soplan, otros son las nube que se mueven por el cielo suavemente y sin chocarse. Para terminar, vuelven a relajarse mirando de nuevo las nubes.

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